
Es inevitable pensar que en algún momento partiremos de este mundo. Como se dice, la vida es solo prestada por un tiempo limitado, y eventualmente debemos devolverla y regresar al lugar del que vinimos. ¿Qué nos depara después de la muerte? ¿Existe la posibilidad de reencarnación, de volver en algún momento, cercano o lejano? Mientras tanto, lo único que podemos hacer es vivir y aprovechar al máximo cada momento, ya que nadie conoce el momento de nuestra partida.
La rutina puede cegarnos ante la belleza de los pequeños detalles de la vida
En ocasiones, nos distraemos y olvidamos disfrutar los pequeños detalles de la vida. Nos encontramos atrapados en la rutina, dejando que las cosas ocurran de forma automática, sin detenernos a pensar en su significado. Yo misma solía pensar así, creyendo que el destino tenía el control y que las cosas simplemente sucedían como debían. Sin embargo, hace poco descubrí que somos los arquitectos de nuestro propio destino. Todo lo que somos y todo lo que vivimos, es el resultado de nuestras elecciones y acciones.
Recuerdo una frase que me impactó profundamente:
Somos los amos o las víctimas de nuestras actitudes. Es un asunto de decisión personal. Lo que ahora somos es el resultado de las decisiones tomadas ayer. Mañana seremos lo que decidamos ahora.
John C. Maxwell
Esta afirmación resonó en lo más profundo de mi ser, haciéndome reflexionar sobre la importancia de vivir en el presente y establecer metas claras en la vida.
El presente es nuestro mayor tesoro
El presente es el momento más importante de nuestras vidas, ya que es lo que moldea nuestro futuro. El pasado solo nos deja lecciones y experiencias para aprender y crecer. Sin embargo, nos cuesta concentrarnos en el presente. Estamos tan preocupados por el futuro y tan obsesionados con el pasado que nos olvidamos de vivir el ahora.
La vida está llena de distracciones y urgencias que nos alejan de lo que realmente importa
Nos dejamos llevar por el desorden de nuestras vidas, llenas de actividades urgentes e importantes, y nos perdemos en el caos del día a día. Nos olvidamos de detenernos y apreciar cada momento, hasta que un día nos damos cuenta de que hemos perdido la esencia del presente. Nos ponemos excusas para posponer la meditación y la reflexión, sin darnos cuenta de que el tiempo nunca espera.
Aprendamos a vivir el presente, al menos treinta minutos al día. Dediquemos tiempo a reflexionar sobre nuestras acciones y metas, ¿realmente es lo que queremos en nuestra vida?.
Con cariño
Lourdes hp